En Guadalajara, Jalisco. México.

La Casa Rinconada se asienta en un fraccionamiento añejo, discreto y tranquilo, con árboles grandes y frondosos. Donde cada lote tenía ya edificada su barda frontal para preservar cierta unidad, en este caso era una tapia de piedra con contrafuertes que se conservó.

La casa nace a partir de un largo pórtico-patio-terraza que actúa como regulador climático; abierto, pero techado a doble altura, que protege del sol y donde una fuente humedece y refresca el aire que penetra la casa.

Este pórtico se extiende al costado poniente y nos ofrece un paisaje creado. La casa se emplaza entonces en torno a este espacio fundacional que a la vez se usa como terraza y se liga a la alberca. El techo a doble altura es de concreto y se desdobla transformándose en un muro que corre como pared de una de las habitaciones hasta convertirse en una mampara volada que obstruye el sol y a la vez da privacidad a los espacios públicos.

Los materiales obedecen a volúmenes, no a paños y envuelven tanto a nivel geométrico como a nivel simbólico los espacios; el medio baño es un cubo de cristal rojo por el exterior, la zona de las escaleras es un cubo de madera interior que en un nivel entre solado conduce a la recamara principal y sus dependencias y en la planta alta a la zona de recamaras de los hijos.

La casa así, fue moldeada por los elementos naturales; el sol y su vehemencia al caer la tarde, la implacable lluvia tapatía, el sutil viento y la tierra donde se asentó.